domingo, 29 de septiembre de 2013

Colores en un Mundo Acromático, El Violinista Maldito Capítulo 2 El designio de las estrellas

El designio de las Estrellas

La semana se había pasado volando y, si bien esa sensación eufórica había menguado ya, seguía sintiéndome feliz, alegre y con un panorama distinto de mi vida.
Pedí permiso a mi tía para salir con mis amigos, al dichoso campamento y, la expresión de sorpresa de mi tía no se hiso esperar, yo, siendo alguien tan sedentario y rutinario, aceptó, aun estupefacta y quizás planteándose para sus adentros, en qué momento crecí tanto y deje de ser el pequeñito violinista que apenas si llegaba a la alacena para prepararme el desayuno para pasar a ser un adolecente casi tan alto como ella.

Después de hablar con ella subí a mi cuarto, el espejo de cuerpo entero que estaba en la habitación antes que la ocupara yo, reflejaba la ventana del piso superior de la casa, y por mera costumbre me mire en él.
Debo medir ya como un metro setenta y siete, mi cabello es castaño oscuro, a veces parece negro aunque por temporadas se me aclara un poco más, lo llevo corto por la reglamentación del colegio, aunque también por comodidad y gusto.
El rasgo que mas sobresale en mi son mis ojos, verdes y brillantes, ni azulinos ni con toques miel, eran de un verde puro y claro, mi mamá, cuando vivía, me decía que tenía dos esmeraldas por ojos, y que era su gran tesoro.

Y ella era el mío, pero supongo que Dios tenía otros planes para nosotros.
Arme mi mochila con ropa y todo lo necesario para pasar un par de días en el campo, mis amigos me habían echo una lista de cosas que podía llegar a necesitar, como una linterna, una navaja, ropa interior de emergencia, y un pequeño botiquín básico del alcohol, vendas, aspirinas y desinfectante.
Pasaron por mí luego del colegio, me despedí de mi tía con un beso, a pesar de las burlas alegres de los muchachos y nos encaminamos al campo más cercano en el auto del hermano mayor de uno de ellos.

Allí nos encontramos con el grupo de las chicas de nuestro colegio, luchando para armar su propia tienda entre histeriqueos, grititos de emoción al vernos llegar, rezongos, quejas, en fin, todo lo que un grupo de cinco damas adolecentes puede llegar a padecer al pasar una noche en la naturaleza.

Al vernos llegar, Alexia, la más bajita de mis compañeras salto a mi cuello gritando de alegría, ella era la más efusiva sin duda, su vocecita era aguda y algo chillona, como la de una niña pequeña, sumándole que hablaba rapidísimo, apenas estaba terminando de asimilar su saludo cuando ya me había contado toda su semana.
Y ahora estaba feliz porque me había dignado al fin, sumarme al campamento, convirtiéndome en guía, líder y protector del grupo de las chicas, no sé por qué, pero las chicas confían mucho en mi, quizás es por mi carácter suave y desentendido de los amoríos adolecentes, o mi aire de hermano mayor protector y servicial que siempre me llevaba a acompañarlas cuando tenían miedo o a escucharlas cuando tenían un problema.

- Hijiri nii chaaan- por enésima ves Alexia exclamo esas palabras, para tu información, Alexia es fanática de los dibujos japoneses, llamados anime, tanto que se inscribió en un curso de japonés y ahora habla a mitad japonés mitad castellano.

-Alexia, me llamo Sebastián, no Hijiri- mi respuesta era definitiva y aunque la había dicho en un tono amable, era ya cansino que siempre me llamar como uno de sus personajes favoritos, solo por tocar el violín.

Alexia se fue alegre, como si yo no la hubiese regañado, y empezamos a armar nuestras improvisadas viviendas y a prender el fuego, para el anochecer ya había una acogedora fogata y una cena a base de ensartar cosas en ramitas y tostarlas...
La charla se había hecho amena, pero tanto beber líquidos había hecho que me pusiese de pie y buscase algo de privacidad, y de regreso puse observar una inquietante silueta sentada en una piedra contemplando las estrellas.
No era de mi grupo, pero sin duda debería tener mi edad o un poco más. De cabello largo, castaño tirando a claro y recogido en una larga trenza. Al principio lo confundí con una chica, pero más de cerca pude notar no solo sus facciones masculinas sino también su cuerpo bien formado para nada femenino.
Me acerque haciendo algo de ruido con las pisadas, para que se percatara de mi presencia y le vi sonreír de forma suave, atractiva.
- ¿te perdiste gatito?-
Me lo había preguntado en un tono tan tranquilo que parecía conocerme toda la vida, sonreí por reflejo, porque esa persona me agradaba, con solo escuchar su voz.
- no, he... yo vine con unos amigos de campamento... por ahí- señale el aura naranja que provenía de la fogata del grupo - ¿y tú?- pregunte acercándome más y notando que se hacía a un lado, me senté junto a él - es sospechoso ver a un chico solo en medio de un claro de un bosque sin un grupo de amigos-
- si soy sospechoso, tu eres un tonto por confiar de alguien potencialmente peligroso- respondió con aire tranquilo, pero señalo unos metros más adelante donde había una motocicleta todoterreno - necesitaba paz...- murmuro en un tono más bajo que me hiso sospechar que no estaba bien.
-hey... vamos ánimos... digo...- con total confianza, cosa rara en mi, le palmee la espalda y el chico me miro, su sonrisa era hermosa, pero sus ojos reflejaban una tristeza muy profunda.
-¿crees en las estrellas?- preguntó el mirando hacia la luna y los cuerpos celestes que iluminaban el cielo.
-bueno... yo... algo, soy de piscis- respondí sin entender bien porque no podía quitar los ojos de aquel chico
El a su vez me miro, supongo que al notar que yo no le sacaba los ojos de encima y me sonrió.
- Demian- se presentó estirando su mano para estrechar la mía.
-Sebastián- respondí estrechándosela y sonriendo aun mas , no sabía que me pasaba pero lo estaba disfrutando , su mano era cálida  y el apretón había sido amistoso, de confianza lo que conminaba a la perfección con su sonrisa y su voz que infundía paz.-un placer Demian... -

Volví a mirar las estrellas y ahora note que yo era el observado, moví mis piernas un poquito, es un tic que tengo cuando aprendía a marcar el ritmo de niño.

-¿Sabes leerlas?- me  preguntó curioso y yo moví mi cabeza de forma negativa, a lo que el soltó una suave risa mostrándome las diferentes constelaciones.
- Sabes mucho de estrellas-
- Mi mamá es astrologa- me respondió como si fuera lo más común del mundo -me enseño a leer las estrellas cuando era chico-
-¿Y qué te dicen?-
El miro el cielo y frunció un poco el seño como pensativo...
-que Venus esta alineado con piscis y un capricornio con el corazón roto conoció a alguien muy interesante-
Le mire notando un leve calor en mi cara, apenas leve y algo dando saltitos en mi estomago.
-¿eres de capricornio?- le pregunte como tonto a lo que el asintió
-¿y qué paso? ¿Quién te rompió el corazón?- pregunté así de sopetón y después entendí que me estaba metiendo demasiado en su vida, pero cuando pensé que me mandaría a callar, sonrió de esa forma tan atrapante y negó -yo soy ayudante en la iglesia del centro... y él es un escritor que buscaba inspiración, me hablo mientras terminaba de guardar las cosas luego de misa ... una cosa llevo a la otra y me beso ... me llevo al cuarto que hacía de oficina y... supongo que te imaginaras el resto-
Sintiendo que el calor de mis mejillas aumentaba y desviaba la mirada avergonzado por lo que me estaba contando, mas Demian siguió con una calma melancólica y dolorosa, como quien relata un triste recuerdo de antaño - un mes después de convertirme en su pareja le vi... besándose en el parque con otra persona... no me atreví a decirle nada, simplemente salí corriendo... y aquí estoy, cada vez que me siento solo vengo aquí a hablar con las estrellas...-
Me quede en silencio y no pude evitar echar mis brazos a su cuello y abrasarle unos segundos, notando como levantaba la cabeza sorprendido, y sus ojos reflejaban las estrellas que nos acompañaban.
A lo lejos sentí la voz de Alexia llamándome entonces me puse de pie.
-me tengo que ir...- sonaba a disculpa -yo... estudio en la secundaria del Sagrado Corazón, si bueno si alguna vez quieres podemos encontrarnos...-
No sabía cómo decirle que quería volver a verlo, que quería ser su amigo. El me sonrió de forma suave y simpática.
-Sebastián, ¿alguna vez besaste a otro chico?-
Me quede con la cara congelada y negué despacio, notando que otra vez  un ardor en mi cara.
- Nos vemos... voy a pasarme por tu colegio en la semana-

Asentí aturdido y salí corriendo, aguantándome los regaños de mis compañeras y las burlas de mis compañeros que habían pensado que había comido algo medio crudo y estaba cavando hoyos por el campo.
Ya cuando estábamos acostados en las carpas, me quede mirando las estrellas por la abertura de la tienda... las estrellas seguian brillando.

`` Venus esta alineado con piscis y un capricornio con el corazón roto conoció a alguien muy interesante´´

Me quede dormido preguntándome eso, sin poder evitar en soñar con esa maravillosa sonrisa, y relacionarla inmediatamente con su última pregunta... caí en la cuenta que era la primera vez que me sentía atraído por un hombre...
¿Habría sido de verdad, un destino escrito en los astros? ¿Un Designio de las Estrellas?...

domingo, 15 de septiembre de 2013

Cap 1: Colores de un Mundo Acromático.



¿Cuando fue la ultima ves que observaste el intenso color de una flor? y el cielo azul?.. cuando fue la ultima ves que un color no solo entro por tus ojos sino que se mezclo con tu alma?...

Mi vida podría haber sido catalogada de sencilla aunque tampoco fue estándar, mis padres murieron cuando yo era muy pequeño y quede a cargo de una tia soltera que trabajaba todo el día. 
Criándome en soledad y acostumbrándome a ella, empece a perder la noción de los colores, de la felicidad, no es que no fuera feliz con mi tía, sino que simplemente mi vida había caido en una eterna rutina. Levantarse todos los días a la misma hora, recorrer los mismos caminos, ver a las mismas personas , los mismos lugares... Todo aquello había echo que, perdiera la emoción por vivir, limitándome simplemente a ello, a la rutina.

Lo único que mas o menos me parecía emocionante, eran mis clases de violín, desde pequeño estudio música en general y cuando mis padres murieron, rogué a mi tía que me dejase seguir con las clases, a lo que ella accedió de buena gana, la buena mujer solo quería verme feliz. 

Ahora con diecisiete años, el camino al instituto de música es parte de mi rutina semanal, aunque me la sé de memoria, el paisaje para mi se volvía.. insulso, edificios, autos, la vereda, lo único que variaba era el contenido de las vidrieras a medida que pasaba el tiempo.

Entonces fue cuando lo vi, o mas bien mi mirada se cruzó con una purpurea intensa, dulce y penetrante, no pude ver bien su rostro porque aquel color me había paralizado unos segundos, hasta que la bocina de un auto me saco de mi trance.. me había parado en medio de la calle petrificado con aquella mirada y el auto apenas si logro esquivarme , dejándome como recuerdo un bocinazo y un par de insultos .

Corrí hasta la otra parte de la calle, y a pesar del susto sonreía como un idiota.. Entre corriendo a mi clase de violín y mi mente no podía dejar de pensar en esos hermosos ojos, y en su dueño o dueña, me había enamorado, si enamorado profundamente de esa mirada... hasta la música ese día parecía nacer mas bella de mi viejo violín, sonreía y sentía algo cálido nacer de mi, era felicidad, si felicidad, como un respiro de aire puro luego de años de encierro...

Cuando salí, el atardecer teñía los conocidos edificios de un naranja intenso a medida que el cielo azul oscuro se imponía . Camine a casa con un par de compañeros, que hablaban de un campamento el fin de semana, por regla general yo no iba, digamos que la naturaleza no me llamaba, pero esta ves, acepte.. La brisa primaveral, el sonido de la música aun envolviéndonos me hacían sentir como una nueva persona.. y sobre todo...

Mi mundo acromático habia tenido una explosión de vivos colores

jueves, 21 de marzo de 2013

Otoño

Llega de nuevo esta encantadora estación, mi favorita, los paisajes empiezan a volverse de tonalidades rojizas para luego pasar al dorado y ocre...
No hay nada más inspirador que caminar por el parque cercano a casa y sentir el crujir de las hojas secas a mi paso, el viento fresco, despidiendo la estación calida hasta dentro de muchos meses más, y poco a poco dandole la bienvenida al envolvente frío del invierno.

Te invito querído lector, a que des un paseo , en el parque más cercano a tu casa y también te dejes envolver por la magia tan especial que acompaña esta estación 

jueves, 3 de enero de 2013


Odín miró por la ventana, el invierno ya se estaba despidiendo, dándole paso a la primavera… el frío que los había unido tardaría un año en regresar…  y cuando lo hiciera, los encontraría ya unidos para siempre, como esposos.
Y esta fue la historia, como dos mundos tan distintos se volvieron uno solo, como dos almas incompletas, buscando refugio del frio viento invernal, se encontraron, y aunque comenzaron frágiles como las alas de una mariposa, se volvieron fuertes, fuertes para soportar la mayor de las ventiscas.
Porque ambos, habían caído en el hechizo de la Mariposa, en donde la fragilidad, con ayuda del amor, da paso a la mayor de las fortalezas….
Y con esto, se despiden nuestros queridos profesores, no es un adiós, sino un hasta luego, no es el fin de su aventura, sino el comienzo de una nueva, que esta vez, deberán cruzar juntos… dejándote en tus manos, querido lector, la bella historia, de una delicada Mariposa buscando el calor de un corazón puro que pudiese amarla por sobre todas las cosas…
Y deseándote, que también te dejes envolver, por el Hechizo de la Mariposa.


Y con esas palabras finales, concluye la tercer entrega de la Saga de Colores en un Mundo Acromático, El Hechizo de la Mariposa, teniendo como protagonistas a esta singular pareja que ha acaparado el corazón de todos en las dos entregas anteriores.
Así que, ahora, a sacar a la Luz la bella historia de Odin y Mariposa! 

domingo, 23 de diciembre de 2012

Una historia Alterna

Nota de la Autora: Esta es una historia alterna, digamoslo así, un mundo paralelo al de Colores en un Mundo Acromático, usando a de Alexis y Maximilian en otro entorno, con otra historia, demostrando así que las almas gemelas siempre se encuentran, no importa bajo que circunstancias.


24 de Diciembre... las personas normales estaban reunidas alrededor de una gran mesa, felicitando a los familiares, festejando la nochebuena, pero el no, el estaba acostado en un banco de Central Park, con la mirada perdida en el espacio y la nieve rozando sus mejillas, obviamente estaba drogado y la prueba de ello estaba en su amoratado brazo del que pendía un hilillo de sangre, por la fuerza con la que se había clavado la jeringuilla.....
Cerró los ojos, aquella droga siempre enfrascaba su cerebro en recuerdos felices, cuando era pequeño, y jugaba con su hermano, su madre, su padre... ¿que dirían ellos si le viesen así?... perdido y sin remedio, con la gente pasandole al lado y mirándole con desprecio, después de todo, él había pasado a ser escoria de la sociedad... uno más de lo tantos drogadictos sin cerebro... no sabían del talento del chico para escribir, para componer música y ejecutarla...¿ quizás alguien sabría lo que pasaba por su corazón?..
Entrar no había sido difícil  de hecho no había sido siquiera intencional, todo empieza con un "es solo una probada, anda" y termina con un pase solo de ida a un pozo sin fondo, en donde todo es oscuridad y mucha sed... sed de aquello que poco a poco te destruía...

Sentía su cuerpo liviano, y estaba vestido como cualquier joven de su edad, pantalones de mezclilla, bolcegos, una camiseta de mangas largas con el dibujo de un lobo aullandole a la luna, y en una de las mangas podía verse la mancha húmeda de sangre y un abrigo grueso grande encima.

Escuchó la sirena de los bomberos a lo lejos, seguramente a algún infeliz se le había prendido fuego el árbol.... suspiró... y estiró su mano, dejando que las lagrimas se deslizaran por sus mejillas... la nieve era tan blanca, su madre adoraba los adornos blancos del árbol de navidad, tenían un suave tornasolado y ella las ponía con mucho cuidado.... y ahora negro... todo se volvía negro, y le costaba mantener los ojos abiertos....

Maximilian suspiró mientras dejaba que la nieve refrescase su rostro luego de haber enfrentado las llamas de un pequeño bar en llamas, del cual tuvo que rescatar a un par de solitarios hombres, que habían ido a festejar la nochebuena con su amigo, el barman, el incendio fue controlado,claro, eran bomberos expertos y a pesar que el recien estaba en entrenamiento, no había dudado en internarse en el fuego para sacar a los señores....
Rechazó gentilmente el ofrecimiento del paramédico de llevarle en la parte de adelante de la ambulancia para que no tuviera que caminar, prefería hacerlo, algo le decía que era una hermosa noche para caminar, a pesar de estar lejos de su casa, su hogar, estar en un país extraño, en un lugar desconocido para él, en nochebuena... algo le dijo que caminase... por el parque.
La nieve empezaba a caer más espesa cuando pudo ver un bulto... corrió hasta la banca, para ver a un joven con rasgos medios asiáticos, y de un cabello de una bonita tonalidad castaña rojiza ... parecía un príncipe durmiendo profundamente, aunque con tristeza vio en el suelo una jeringuilla con un poco de sangre.. señal de que aquel chico, aquel bonito chico había caído en uno de los vicios más peligrosos y destructivos...
-... que has hecho..- murmuró suave, por impulso se inclinó y acarició su mejilla, el corazón del bombero era demasiado grande, demasiado dulce como para dejarle ahí, sin conocerlo, sin saber siquiera su nombre, le cargó con cuidado , llevándolo al hospital.

Alex despertó suavemente, estaba en la camilla del hospital y con un antojo terrible, no de alcohol, no de más droga... sino de fresas.. fresas con crema... o un yogurt de vainilla... o mejor aun un helado enorme de muchos sabores... no sabía por que, en medio de sus alucinaciones, una tenue calidez, que contrastaba con el frío del invierno, le envolvió, una calidez con olor a fresas y vainilla....
No supo quien había sido su salvador de morir congelado en el parque, y que gracias a él, le metieran en un programa de rehabilitación, no recordaba nada, salvo ese perfume a vainilla y fresas...y esa hermosa sonrisa... si , ahora lo recordaba bien... una sonrisa, unos ojos amables en un rostro ... era su angel de la guarda?... parecía, porque en aquellos minutos de conciencia, ese ángel le había hecho prometer que se dejaría ayudar.. que saldría adelante ... sonriénodole, todo lo que necesitaba Alex para seguir adelante era una sonrisa dulce y calida...

Pasaron los meses, llegó el verano, Alex había ingresado a la universidad, a la carrera de psicología, vivía en un bonito departamento que pagaba gracias al trabajo que había conseguido como guitarrista y compositor en una banda principiante y escribiendo algunos artículos para una revista y regresaba luego de unas vacaciones reparadoras en comidas nutritivas y cariño en la casa de sus padres.
Entonces paseando por el parque, aquel perfume que había marcado un antes y despues de su vida, que había sido la pequeña luz dentro del pozo y una cuerda jalándole al exterior, regresó, con toda su intensidad...
Siguiendo aquel aroma dió con uno de los típicos puestos de verano, de medio tiempo que los estudiantes trabajaban para tener un dinero extra para la universidad, encontrándose con un moreno, de sonrisa dulce , mirada limpia , inocente, luminosa ...
Se acercó despacio y el estomago le rugió un poco, por lo que esperó en la cola y cuando fue su turno, su mirada se cruzó con la del joven...
Fueron dos segundos de completo silencio entre ambos, luego el chico le preguntó con una sonrisa que deseaba llevar y sin dudarlo Alex pidió un helado de vainilla y fresa...la suave caricia que el chico le dejo en sus dedos cuando le dió la copa de helado no le dejó duda alguna, ese chico era su angel salvador... por lo que, en silencio se quedo comiendo su helado, sentado en una esquinita del puesto sobre una silla alta, hasta que el chico despachase al último cliente y le mirase, con esa fulgaz alegría sana, con esos ojos brillantes y esa bonita sonrisa se acercó.
-... estas bien?- le preguntó casi tímido, Alex sabía que trataba de buscar un poco de charla por lo que sonrió y asintió tendiendo su mano ...
-Soy Alexis...-
El chico le estrechó la mano mirandole a los ojos.
-Alexis mm?... mi nombre es ...-
-Maximilian- respondió Alexis antes de que el otro lo dijera - Se quien eres...-

Aquello fue el comienzo de una hermosa amistad, todo el verano y parte del otoño Alex iba día a día al puesto de helados, y charlaba con Maximilian, enterándose así de que aquel chico en realidad era bombero, pero hasta terminar el entrenamiento y pasar la prueba trabajaba medio tiempo en el puesto de la heladería... gracias a ese trabajo, su ropa y piel quedaba impregnada con un fuerte olor a vainilla y fresa , perfume que, en secreto hacía que Alex se derritiera por dentro.
El otoño dio paso al invierno, a que Max se convirtiera en todo un héroe más del departamento de Bomberos y que, en sus ratos libres, siguiese trabajando en la heladería, nada más por el placer de ver a las personas felices...
Llegó la nochebuena, y planeandolo con un mes de anticipación, ambos jóvenes se reunieron para cenar, solos ellos dos... hacía exactamente un año que se habían conocido o bueno Max había rescatado a Alex ... y aunque solo eran amigos, ambos sentían cosas demasiado grandes, fuertes e intensas por el otro.. cada abraso, cada caricia en la espalda, cada secreto confiado, cada deseo y cada temor eran atesorados en un baúl en el fondo de sus corazones.
Luego de la cena, entre risas, anécdotas y demás cosas, llegó el clásico abraso navideño, ese que se dan en familia, a las doce en punto con un brindis, pero, solo iluminados por las coloridas lucesitas del árbol de navidad , aquel abraso fue acompañado de un beso, el primer beso que ambos deseaban dar desde hace mucho tiempo, uno lleno del más cálido y puro sentimiento, que conmemoraba esas fechas... el amor...

-Gatito...- susurró Max sin dejar de abrasarle...
-¿Si mi lobo?-
-Te quiero... no... te amo.. te amo Alex... -
Alex sonrió, lo sabía, lo sentía, fue el amor de Max lo que le había salvado de aquel pozo oscuro y fulminante...
-Te amo Maximilian.... más que a nada en el mundo....-

Esa fue la primera de muchas navidades juntos, comprendían que eran dos almas, destinadas a estar juntas, que la vida, el destino, o algo les había guiado uno al otro, y los guiaría siempre que se separasen.. pero no deseaban hacerlo, se amaban demasiado como para pretender separarse nuevamente...






sábado, 22 de diciembre de 2012

Pequeños Escenarios Perdidos en el Tiempo

Para Raphael Engel, la navidad pasaba como un día más, la pasaba en la guardia del hospital, aislado de la pequeña celebración que daban los empleados de turno, no porque odiase la navidad, sino porque no se sentía con animos de festejar. Aunque claro, el apodo de "Grinch" , haciendo alución a aquel famoso cuento para niños del personaje odioso que detestaba la navidad.
O al menos, eso era hasta hace dos años, cuando conoció a Alexia, se enamoró de la pequeña chiquilla , era una extraña mezcla de niña curiosa y mujer madura... dentro de su mundo de fantasías, su amada  poseia una gran sabiduría, dependiendo del punto de vista con el que se la mirase.

Por ello cuando la vio vestida con una graciosa falda roja y una chaqueta al mejor estilo navideño, no le sorprendió tanto como a los otros empleados. Sobre todo por el gracioso gorrito de duende que no combinaba con su cabello castaño rojizo.

-Señorita, que se le ofrece- la secretaria la miro despectiva, reconocía a Alexia y según sus palabras "era una chica molesta sin respeto por los empleados de la salud" sin duda, celosa de ser la causante de que el doctor Engel volviese a sonreír - El doctor Engel se encuentra atendiendo una urgencia- mintió antes de que Alexia dijese una palabra.
Pero la chica, lejos de enojarse por la obvia y descarada mentira, o de sentirse menos, solo sonrió más dulce e inocente.
-No vengo a ver al doctor Engel..-dijo suavecito y cargó en su hombro una gran bolsa roja, que hacía un curioso sonido de tintineo....
-Señorita! a donde va?-
La secretaría se puso de pie enfadada, pero Alexia ya había desaparecido.
Furiosa, la mujer dejó su puesto, y fue a buscar al jefe de área, y por supuesto, al doctor Engel, esta era su oportunidad de poner en ridículo a aquella muchachita y que el joven y frió médico viese quien era "más adecuada para ser su pareja"
Seguidas de ambos hombres, abrió la puerta del pasillo por donde Alexia había desaparecido, dando con el área de internados , sorprendiéndose al ver a la joven decorando un árbol de navidad, cantando villancicos y animando a los pacientes que la miraban curiosos, a acompañarla a cantar.
-Se...señorita que hace?-
Alexia se giro para ver a un sorprendido jefe de área y a su pareja, con cara de no saber que estaba haciendo, detrás de ellos, la secretaria saboreaba con anticipación la inminente humillación de la chica.
Pero otra ves la joven pelirroja sonrió, acercándose amablemente al hombre y dejandole un bastoncillo de caramelo en sus manos.
-Terapia- respondió simplemente, dándole otro a su novio, quien lo recibió curioso por el comportamiento de su amada y con un gesto amable dejo otro bastoncillo en las manos de la secretaria.
-Jovencita, los caramelos no son terapia  ni un árbol de navidad...- el jefe trató de explicarle que aquellas personas necesitaban descansar, pero Alexia volvió a negar, regresó a la bolsa roja que llevaba y sacó un libro, regresando y abriendolo.
-En este libro pone que, celebrar festividades ayuda a la producción de endorfinas, lo que hace que el dolor en los pacientes disminuya y se sientan mejor...-
-Señorita, se lo que son las endorfinas... pero ¿que tiene que ver con un árbol de navidad y los caramelos?
 -si están todo el  día viendo la navidad afuera pero no dentro, ¿ como pretende que tengan ganas de generar endorfinas?- respondió Alexia y esta vez fue Raphael el que se mostró sorprendido, reconociendo aquel tomo que la chica llevaba en su mano.
-Lo has tomado de mi biblioteca ¿verdad? - al ver a la jovencita sonreír y asentir, le puso una mano en la cabeza, de forma cariñosa y luego miro al jefe de guardia - Podemos intentarlo, nada perdemos... con tener un poco de .. espíritu navideño-
Ante esas palabras, el jefe ya no podía poner más objeciones, solo la secretaria, que al ver el libro exclamó casi ofendida.
-Ese libro..¡esta en alemán!-
Raphael la miró curioso mientras Alexia miraba el ejemplar de nuevo.
-¿que tiene de malo..?-
-¿Como va a saber lo que pone un libro que no está en ingles? , dudo que una niña como esta sepa más de un idioma...- dijo orgullosa de tener estudios superiores a la muchachita
-.... tiene razón, no puedo saber que dice el libro- dijo Alexia cerrándolo - porque hay muchos términos médicos que no comprendo... -
-Niña todo el libro esta en alemán  dijo triunfante la mujer, mientras Raphael veía serio la situación, pero antes de que dijera algo, Alexia solo sonrió como casi disculpándose.
-El año que viene me recibo de traductora internacional- explicó sencillamente -Je parle français, deutsch, zhōngguó de, mi piace l'italiano,  watashi no sukina ​​ gengo wa nihongodesu-
["Se hablar francés, alemán, chino, me gusta el italiano, pero mi idioma favorito es el japonés" ]

Ante semejante despliegue de idiomas, en una misma frase, la secretaria se comió cualquier crítica o insulto, girándose y marchándose ofendida a su lugar.
-Baka...- murmuró Alexia sonriendo de lado y luego de una fugaz y enamorada mirada  a su novio, regreso a su labor.

Mucho más tarde, mientras todas las familias festejaban la noche buena, dos figuras se acurrucaban en el sillón del gran departamento del doctor Engel.
-Lamento que la recepcionista te hiciera pasar un mal rato- Raphael la tenía envuelta en sus brasos, pegándola a su cuerpo, besaba sus cabellos rojizos con cariño.
-No te preocupes... no iba a que me tratase bien o mal, yo quería ayudar a esas personas... y.... verte- le robo un besito y se acurrucó aun más contra su pecho.
-Eres preciosa.. y única... por eso te amo...- Raphael la abrasó fuerte buscando algo en su bolsillo y dandoselo.
-¿que es?-
-Ábrelo...-
La chica hizo lo que él le pedía , abriendo la caja y encontrándose con un precioso anillo con una gema azul en forma de dos pequeñas alas.

-Raphael... tu...-
El la abrasó más fuerte.
-Quiero que estemos juntos, así, para siempre... pero con la condición amor, de que nunca cambies  tu forma de ser, nunca dejes de ser mi Alexia...-

Ella sonrió feliz, abrasándole también.
-Nunca voy a dejar de ser tu Alexia, como tu nunca dejaras de ser mi ángel de hielo- susurró suave, sonriendo, sabiendo que estaba entre los brazos del hombre que la amaría por lo que era, aun cuando su forma de ser, no fuese "adecuada para el" a los ojos de la sociedad...

Pero era lo que el alma de aquel antiguo triste angel del amor necesitaba, una llama unica, y por sobre toas las cosas , llena de bondad, cariño e inocencia.




viernes, 21 de diciembre de 2012

Pequeños Escenarios Perdidos en el tiempo.

El Árbol


No es novedad, que quienes conozcan la familia de Maximilian Winchester y Alexis Drake, sepan que el joven escritor padece de varios temores que se incrementaron a medida de que su pequeño y único hijo crecía y se lanzaba a descubrir el mundo.
A pesar de que Maximilian era un padre ejemplar, que, aún en su mundo de aventura tomaba todos los recaudos para que nada le pasase a su hijo en cada nueva experiencia, Alexis siempre estaba con el temor de “y si..” en el corazón, velando tanto la seguridad de su hijo como la de su esposo en cada oportunidad.
Y  fue la cuarta navidad juntos, ya con un Mathy de seis años correteando por la casa, en donde el temple de nuestro querido escritor se vio puesto a prueba, cuando, a la tarde de la víspera de Navidad, su hijo le saludó desde lo alto del árbol de su patio, acompañado de su fiel mascota, Circe, una gata completamente negra que sus padres le habían obsequiado de cachorra, hace dos años.
Estaba terminando la cena de Navidad, y esperando a que Maximilian regresase con las compras de último momento, cuando notó que Mathy estaba demasiado “silencioso”.
Buscó en el cuarto, en su estudio, en el cuarto de juegos, en el jardín y luego, en el patio, cuando, desde lo alto, escuchó aquella vocecita tan característica desde lo alto.
-Aquí, papi!- llamo Mathew desde lo alto de un gran árbol, sonriendo feliz, quizás por haber llegado casi a la cima solo, sin ayuda de su padre, mientras balanceaba los pies en el aire y en su regazo, su gata negra observaba el panorama .
-Hooo Mathy! Baja de ahí- trataba de sonar calmado, no quería asustar a su bebe, por lo que sonrió amable y tendió su mano – He preparado galletas cariño, y ya va a anochecer, y no traes un abrigo grueso-
Mathy asintió y dejo que su compañera bajase primero, pero, al girarse y tratar de seguirla, Alex pudo notar, con un pequeño indicio de pánico en el estómago, que Mathy quedaba paralizado
-¡Papi! No puedo bajar!- gritó el pequeño un poco asustado , no recordando que ramas había pisado y aferrándose al tronco inseguro de donde debía poner el pie.
La primera reacción de Alex fue palidecer, caerse sentado en el suelo y luego dejar que el pánico sobreprotector le invadiese al mejor estilo Alexis Drake, por lo que terminó casi corriendo en círculos alrededor del tronco buscando la forma de amortiguar el posible golpe que se diera su hijo en caso de que se cayera, no podía esperar a que Max llegase y le bajase de ahí, el moreno no regresaría hasta el anochecer, y o el niño se caía, o pillaba una buena pulmonía por el frío, no! No iba a permitir eso, por lo que se puso firme, mirando con cuidado las ramas del árbol suspiró pero tomó coraje, el coraje que solo un padre protector podría tener.
-Papi va a subir cariño- dijo mientras corría y tomaba impulso para un ágil salto, como en su adolescencia, trepar el árbol, cual felino, no le fue difícil , y en dos segundos tomó a Mathy con uno de sus brazos, sonriéndole.
-Papi esta aquí cariño-
El pequeño se aferró hasta que, hasta el momento había pensado era solo un papi miedoso que no sabía trepar árboles, pero le había sorprendido, su papi sabía trepar árboles, y no le temía a las alturas….
Alex comenzó a bajar con cuidado, y ya en el último tramo sintió unos brazos fuertes que le ayudaban a bajar con Mathy y todo.
-Cariño-
Maximilian les sonreía, orgulloso de que su hijo se animase a un paso más al mundo, y que Alexis hubiera dejado todos sus temores de lado para ayudar a su pequeño, les abrasó , feliz, lleno de cariño, como solo el lobo podía serlo.
Aquella noche, mientras Mathy dormía luego de la cena de navidad, y mientras Alex y Max haciendo el menor ruido posible ponían los regalos bajo el árbol, el moreno abrasó y beso a su esposo.
-Lo que hiciste hoy fue un gran paso- le dijo orgulloso a su querido escritor.
Alex le miró con cara de no entender nada, con el osito de felpa en sus brazos , pero recibió el beso y el abraso con gusto.
-Hoy volviste a ser el chico del que me enamoré…- Max entendiendo quizás como nadie los gestos de Alex, le acarició la mejilla y le beso la frente –Despertaste aquella parte de ti que habías dormido, esa parte que no le temía a treparse a un árbol alto,  ni enfrentar el peligro por un ser querido…-
-Max… solo trepé un árbol para bajar a Mathy…. – el joven escritor rió pero le abrazó mimoso – Pero si no fuera por ti, mi querido lobo, me habría caído, con Mathy y todo… como siempre, necesité de ti para poder seguir…-
-De eso se trata la familia gatito- Max le acarició la espalda, enredó sus dedos en las finas hebras de cabello castañas rojizas de su esposo, -Se trata de ayudarnos, de protegernos y de apoyarnos todos.. De estar ahí cuando el otro necesita apoyo… o simplemente animar a que siga adelante…. mira- sacó un papel de su bolsillo, era un dibujo de Mathy, en donde Alex pudo  reconocerse. en medio de una especie de matorral de marrón y verde oscuro cargando a Mathy cual super héroe y Max, representado como casi un oso, con los brazos abiertos esperando a recibirnos a ambos con un gran abrazo.
-Menudas cosas se aprenden en navidad he?- bromeó Alex, pero conmovido por aquella sana sabiduría humilde que poseía su amado esposo
- Es porque es la época en donde aquel sentimiento de unidad se vuelve más fuerte…-
Alex se alzó y le robo un beso
-Contigo, Max… cada día del año es Navidad….-
-Y contigo también cielo-

Ambos sonrieron, se volvieron a abrazar, aquel amor que se tenían, no había bajado de intensidad ni un solo día, y aquella navidad, el sentimiento de confianza se había afianzado aún más. 

jueves, 20 de diciembre de 2012

Pequeños Escenarios Perdidos en el Tiempo

La víspera de navidad siempre era acompañada por dos cosas características en nuestra ciudad, la nieve blanca, cubriéndolo todo, y los conciertos que daba la Academia Armonía, sublimes a más no poder, claro que si, si contaba con los mejores profesores y con los más dedicados alumnos.

Hubiese sido una navidad como tantas otras para Andrew y para Sebastian si no fuese porque desde hacía días  el joven flautista notaba ausente a su pareja.

-¿Bastian?- el violinista salió de sus pensamientos para mirarle y sonreirle, es lo que más amaba Andrew de Sebastian, esa capacidad de sonreír con dulzura, a pesar de las circunstancias.-¿estas bien, amor?-

El chico sonrió y asintió, acariciándole la mano a su reciente esposo, y luego, como si aquel tacto no fuese suficiente, le abrasó.

-A mi no me engañas, te pasa algo- insistió Andrew, - Algo te pasa, te preocupa... te conozco-
Sebastian volvió a negar y para acallarle le robó un besito dulce y cariñoso.
-Estoy bien Andy- dijo sonriendole más dulce aún, mientras le acomodaba los rebeldes cabellos rubios que le caían por sobre los ojos -solo ... pienso... eso es todo-
-¿Y que piensas?- preguntó curioso Andrew
-En cuanto te amo...-
-Vamos amor, no vas a estar deprimido por pensar que me amas o ¿si?-
Sebastian pareció un poco entristesido por aquello.
-No... no por ello....-
-Entonces ¿ qué es mi amor?- le acarició las mejillas suavemente, mirándole con esas casi sobrenaturales orbes violáceas, haciendo estremecer a su pareja.
- Esta bien....- suspiró - Pero promete no enojarte..-
-Prometo que me lo pensaré dos veces...- respondió Andrew
Sebastian tomo aire y suspiró nuevamente.
-Cuando salgo de, trabajo... hay... un niño... esta semana lo vi muchas veces... esta sentadito, solo en el umbral  ... no debe tener más de cuatro años... al principio pensé que su madre o su padre estaban cerca pero luego....  no hay nadie, ni padre , ni madre nadie... y Adrian el otro día le encontró dormido en la puerta del instituto... fue terrible, con este frío,  y solo...-
-¿Y que hicieron?- a Andrew le costaba mucho creer que Adrian fuese a dejar desamparada a una criatura pequeña...
-Adrián llamó al servicio social, se lo llevaron a un orfanato creo.... pero...- los ojos de Sebastian estaba brillantes por las lagrimas que amenazaban con salir - Te juro que no puedo dejar de pensar en él... y... dios ¡se me parte el corazón!- terminó gritando y dejando que por fín el llanto llegase y bañase sus ojos esmeraldas, se acurrucó entre los brazos de su esposo buscando un poco de su calor, de su amor, de su protección...

Andrew no dijo más nada del tema, solo se limitó a abrasarle fuerte, a calmarle, a tratar de despejar a su esposo... pero Bastian no podía, por su dulce corazón, por ser como era, olvidar aquella carita inocente, lastimada por el frió del invierno y sin entender, por que estaba solo, por que sufría... era algo muy descorazonador ....

Llegó la Nochebuena y Sebastian se paso todo el día en el trabajo, dejando en manos de Andrew la casa y la cena de Navidad.
Pero al llegar, notó como su esposo le tomaba de las manos y le besaba con dulzura.
-Andy ... ¿que..?- miró alrededor, algo había cambiado... había olor a barniz , como el perfume que inunda un cuarto cuando hay muebles nuevos .
-Shhh... solo sígueme ..- el rubio  le guió llevándole de la mano con dulzura, y abrió la puerta del cuarto de música... que ya no era un cuarto de música, sino un cuarto infantil, recién montado y cubierto de peluches.
-An...Andy....- Sebastian le miró algo asustado, pensando que quizás su esposo había perdido la cordura , pero él solo le acalló poniendo un dedo en sus labios.
-Vamos... - tiró de su mano, casi corriendo escaleras abajo, mirando el reloj y como casi si hubiese sido cronometrado, el timbre de la residencia sonó.

-Andy ... por favor dime que esta pasando! - Sebastian parecía asustado, pero se quedó con la mitad de su reclamo ahogado, al ver en el umbral de la puerta a una mujer vestida con un sobrio traje azul marino, y de la mano , llevaba a un pequeño de no menos tres años.

Andrew dejó pasar a la  mujer, y sin pensárselo mucho, cargó al pequeño niño, que, aunque ahora estaba bañado, y abrigado, seguía mostrando algunos rasgos lastimados por el intenso frío.
-Es una suerte que, no haya ido a parar a un orfanato y que hace mucho hayas iniciado el trámite para adoptar más adelante- dijo la mujer - Eso facilitó las cosas al buscarle un hogar sustituto, por cierto, el pequeño se llama Michael, no se le conoce apellido, pudimos averiguar su nombre porque es una de las pocas palabras que sabe decir....-

Sebastian no podía creer lo que escuchaba, tembloroso se acercó al niño, que pareció reconocerlo, porque le apuntó con uno de sus deditos y murmuro dos palabras "Ángel... música..." haciendo que el violinista le abrasase, con los ojos empañados en lágrimas , pero esta vez lagrimas de felicidad,  dejando al pequeño en medio entre él y su esposo.

-No bebe...- susurró suave Andrew abrasándolos a ambos - Tu eres ahora, nuestro angelito...-


Aquella  no fue una Navidad como cualquier otra... aquella era una Navidad que marcaba el nacimiento de una nueva familia...


domingo, 2 de diciembre de 2012


Regresando de nuevo a la mansión , pase por el parque por el que siempre solían estar los compañeros  de Adrian pasando el rato, pero con este frio, a casi nadie le apetecía salir , nadie salvo a un grupo de chicos que parecían estar riéndose de algo.
Algo me llevo a acercarme, podía verse una riña , o más bien un adolescente enorme, pegándole a algo acurrucado en el suelo, por lo general no suelo meterme  en esas cosas, pero entonces pude ver desparramados en el suelo un monton de hojas con una caligrafía que  reconocería en cualquier parte, era el cuaderno de notas de Adrian …
Sin dudarlo corrí al grupo de chicos, tomando de la solapa al sujeto y le quite lejos de aquella persona hecha un ovillo en el suelo, solo pude distinguir sus cabellos platinados, largos y ahora enredados , mientras sacaba de mi bolsillo aquel útil cortaplumas y lo ponía debajo del cuello del chico.
-Alejate ahora mismo- susurre con un tono gélido, muy extraño en mi, casi podía sentir como el terror inundaba los ojos de aquel chico y salía corriendo apenas afloje un poco el agarre, al parecer el cortaplumas, visto rápido, parecía una peligrosa arma mortal a manos de un loco asesino seguido de su sequito de monos cavernarios.
-Adrian…-
Me arrodille a su lado, levantándole y acomodándole los cabellos, el al principio no parecía reconocerme, pero luego se aferro con un grito ahogado a mi abrigo, acurrucándose ahí y sollozando con  fuerza, partiéndome nuevamente el alma en mil pedazos , ¿Cómo había podido pensar que mi hermosa mariposa estaría bien? Ahora podía notar la delgadez de su cuerpo , la ropa le quedaba grande y sus ojos ahora rojos por las lagrimas estaban arruinados por dos oscuras ojeras, ahora me daba cuenta, que la peor amenaza para Adrian, era haberle dejado desprotegido en un mundo cruel, haber dejado una tierna y delicada mariposa a merced del frio, y ahora sus alas estaban dañadas, como lo estaba Adrian…
-Perdón, perdóname… nunca voy a volver a dejarte…-
El solo podía mirarme, como si hubiese soñado ese momento todas las noches, solo me acarició la mejilla, no, no era un sueño, era real… éramos reales y fue cuando todo dejo de importarme, solo Adrian, y sus hermosos ojos, sus delicadas manos y su cálido cuerpo protegido entre mis brazos, solo eso…
-Adrian… mi mariposa…-
No lo dude, le estreche con fuerza y acorte las distancias uniéndonos en un beso inocente, el que debimos darnos aquella noche, lo quería… no.. ¡lo amaba! Era mi razón de existir, era la luz cálida que me había quitado de mi eterno invierno… y el tan delicado… no dejaría que nadie más le tocase, nadie.. le protegería de todo, incluso del viento frio que ahora nos envolvía, pero ya no era desolador, sino acogedor, invitándonos a fundirnos aun mas en el abraso.
-Odín… yo…-
Me miro, sus ojos habían recuperado luz, una luz que me veía incapaz de volver a arrebatar, por lo que, selle aquella felicidad con un segundo beso.
-De ahora en más, siempre te voy a cuidar…-